Sombras
Lugar: Granada, calle San Gregorio.
El Rey de las Sombras vivía en el piso de al lado. Cuando era pequeña, mi madre me lo explicó, muy despacio, y a mí no me pareció en absoluto sorprendente. Todos lo sabíamos, pero, aún así, algunos días nos extrañábamos por el olor a tierra mojada que salía por su ventana incluso en los días de sol, y por las voces graves de los que lo visitaban.
Nosotros nunca pudimos hacerlo, porque no nos abría la puerta. Mi padre decía que debías tener sombras en alguna parte para poder hacerlo. No llegué a entender a qué se refería cuando decía "en alguna parte". Lo cierto y verdad es que ni siquiera llegamos a verle en persona y, sin embargo, no dudamos nunca de que vivía allí. Era imposible dudarlo.
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