El Refugio
Lugar: Lisboa, Rua da Rosa.
Los Niños llegaron al séptimo día, todos juntos, se habían ido esperando los unos a los otros durante todo el camino. Algunos tenían la ropa sucia o desgarrada - son esos, siempre, los percances que se tienen en el Bosque - pero sonreían. El arrebol de sus mejillas, a causa del esfuerzo, les daba aspecto saludable. Una Niña de rizos pelirrojos, con la nariz salpicada de pecas, parecía encargada de los más pequeños, que se arremolinaban a su alrededor. Cuando los trajeron ante mí, ninguno mostraba temor.
Uno a uno, se fueron acercando. Todos conocían las Palabras, a todos les fui ofreciendo un lugar en el que refugiarse. Uno de ellos, delgado, sonriente, de pelo radiante y gesto firme, fue interrumpido por la Dama, mi mano derecha, cuando empezó a recitar las Palabras. Este niño, Maestra, huele a sangre. Tiene que irse. Los demás, comenzaron a revolverse, inquietos, pero no pusieron ningún impedimento. Abrimos las puertas y el Niño se marchó sin mirar atrás.
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Microalgo -