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I am arte

Las otras vidas

Las otras vidas Lugar: Lisboa, Travessa da Trinidade

Hoy hace setenta y dos años que murió Pessoa, a los cuarenta y siete, en Lisboa. Queremos dejar un pequeño homenaje:



Al volante de un Chevrolet, por la carretera de Sintra,
al claro de luna y al sueño, por la carretera desierta,
conduzco solo, conduzco casi divagando, y un poco
me parece, o trato de que me parezca,
que voy por otra carretera, por otro sueño, por otro mundo,
que sigo sin haber dejado atrás Lisboa, o Sintra a la que llegar,
pero allá sigo yendo: ¿Que otra cosa puede hacer alguien que solo sabe proseguir?

Voy a pasar la noche a Sintra por no poder pasarla en Lisboa,
pero, cuando llegue a Sintra, lamentaré no haberme quedado en Lisboa.
Siempre esta inquietud sin propósito, sin nexo, sin consecuencia,
siempre, siempre, siempre
esta angustia excesiva del espíritu por nada,
en la carretera de Sintra, o en la carretera del sueño, o en la carretera de la vida...

Maleable a mis movimientos subconscientes en el volante,
me obedece el auto que me prestaron.
Sonrío del símbolo al pensarlo y girar a la derecha.
! En cuántas cosas que me prestaron sigo al mundo !
! Cuántas cosas que me prestaron conduzco como mías !
! Cuánto de lo que me prestaron -ay de mí- soy yo mismo!

A la izquierda una casucha - sí, una casucha - al borde de la carretera.
A la derecha el campo abierto, como la luna a lo lejos.
El automóvil, que parecía hace poco darme libertad,
ahora es una cosa donde estoy encerrado,
algo que solo puedo conducir por estar encerrado en él,
y que solo domino sí me incluyo en él, sí él me incluye.

A la izquierda, allá atrás, la casucha modesta, más que modesta.
La vida allí debe ser feliz, sólo porque no es mía.
Si alguien me vio desde la ventana de esa casucha, soñará: aquél sí qué es feliz.
Quizá para el chico que espiaba desde los cristales del altillo
quedé (con este automóvil prestado), como un sueño, un hada real.
Quizá para la muchacha que miró, al escuchar el motor, por la ventana de la cocina
yo posea algo del príncipe que tiene todo corazón de muchacha,
y me mirará de reojo, por los cristales, hasta que desaparezca en una curva.

¿Dejaré sueños detrás de mí, o es el automóvil el que los deja?
¿Yo, conductor de automóviles prestados, o el automóvil prestado que conduzco?

En la carretera de Sintra, a la luz de la luna, en la tristeza, ante los campos y la noche,
conduciendo desconsoladamente un Chevrolet prestado,
me pierdo en la carretera futura, desaparezco en la distancia que alcanzo,
y, en un deseo terrible, súbito, violento, inconcebible
acelero...

Pero mi corazón se quedó en ese terraplén que esquive, al verlo sin verlo,
a la puerta de la casucha,
mi corazón vacío,
mi corazón insatisfecho,
mi corazón más humano que yo, mas exacto que la vida.

En la carretera de Sintra, cerca de la medianoche, a la luz de la luna, al volante,
en la carretera de Sintra, ¡qué cansancio de mí propia imaginación!,
en la carretera de Sintra, cada vez más cerca de Sintra,
en la carretera de Sintra, cada vez menos cerca de mí ...


5-5-1928

Este poema pertenece al heterónimo de Pessoa Álvaro de Campos.

Tiempo de buscar setas

Tiempo de buscar setas

Lugar: Salamanca, calle Juan del Rey.

Ha llegado tarde, pero ya está aquí. Al final, el otoño siempre acaba llegando.

Hay un recuerdo que me viene siempre que aparecen los primeros fríos, mi gran recuerdo de otoño:

Está lloviendo, y las hojas de los plátanos cubren todo el suelo mientras yo avanzo, rápido, con ilusión, por la ribera del Genil, hacia la biblioteca. El olor es el mismo que aparece siempre en noviembre, el de las hojas mojadas. Hace mucho frío y en mis pies tengo la sensación más maravillosa del mundo: saber que mis botas de agua están empapadas, pero mis calcetines secos. Al entrar en la bibioteca, pequeña como un vagón de tren, me quito el ánorak. Busco en el fichero de autores y apunto el título, referencia y código en el impreso. Me acerco al mostrador y entrego el papel; ahora sólo falta esperar a que suban el libro por el montcargas. Es una espera ilusionada, disfrutando del calor de la biblioteca mientras fuera el agua lo domina todo.

Recuerdo que tuve que esperar mucho, más de lo acostumbrado, pero no me importó. Al fin, después de más de media hora, obtuve mi premio: "Los tres mosqueteros", Alejandro Dumas. Fue mi primer contacto con la Literatura con mayúsculas. Había leído ya mucho, es verdad, pero aquel fue un nuevo comienzo.

Para mí los otoños son los de Granada, con el frío, las castañas, el olor de las hojas de los plátanos de paseo mojadas por la lluvia. Aquí también llega, pero los pinos y los eucaliptos son árboles siempre cálidos. Ya se va noviembre, pero aquí no huele a frío, aquí no hay manzanas doradas. Es otoño, pero aquí todo es azul.

Gracias a A.L. por la foto

 

Una carrera prometedora

Una carrera prometedora

Lugar: Lisboa, Rua das Gavéas 

A lo mejor os estáis preguntando qué es lo que aparece en la plantilla. Pues es una estrella. Sí, ¿por qué no?. Los que no sabemos dibujar necesitamos mucho de la imaginación de los demás. Y los que no sabemos esculpir, ni bordar, ni cantar... En fin, que estamos hartos de ese ¿y eso qué es?, que tanto nos han preguntado una y otra vez en el colegio a la vista de nuestras obras. Yo vi el cielo abierto el día que aprendí la palabra "abstracto". Desde ese momento me limité a llenar de colores mezclados folios y folios, y así era como pasaba las horas de plástica en el colegio. Fui la única a la que no le colgaron ni un solo dibujo en el corcho en los ocho años de EGB. Y qué decir de la escultura... una vez tuvimos que hacer una figura con jabón Lagarto. Mi compañera, llena de habilidades (hizo una vez unas rosas de punto de cruz mientras que yo sólo acerté a bordar lo que acabé por llamar "marcianos") esculpió un autobús. Pero un señor autobús. Había hasta gente que salía por las ventanas. ¿Y qué hice yo? Bueno, mi idea inicial era hacer un oso. Pero me pasé cortando con el cuchillo, así que pensé que mejor sería hacer una foca. Pero seguí cortando y cortando. Después de pasar por un proyecto de paloma y de persona, acabé tallando una bola. Sí señor, una esfera, como siete veces menor que la pastilla de jabón inicial. Al final, para que pareciera algo menos fría, decidí ponerle un par de ojos.

Y lo más increíble: cuando llegué al primer instituto en el que di clase, estuvieron a punto de ponerme a dar clase de tecnología. Habría sido un espectáculo de lo más curioso, yo allí cortando tablas llenas de bocados y raspones y mientras los alumnos matándose con las seguetas. La pregunta que se me ocurre es: ¿por qué hay personas que no tenemos ninguna habilidad manual? ¿Qué quería la evolución hacer con nosotros, allí, muertos de frío en la cueva sin saber cortar la carne, ni encender el fuego?. ¿Qué quiere de nosotros la vida moderna, sin saber aparcar bien y sin saber orientarnos?. Definitivamente, estamos perdidos.

Despertad

Despertad

Lugar: Lisboa, Praça Figueira

Y llegará el momento, llegará una noche, en la que nosotros despertaremos mientras los demás siguen dormidos, saldremos a la calle y caminaremos, con paso ligero, hacia un mismo lugar. Allí nos reconoceremos los unos a los otros aunque nunca antes nos hayamos visto. Los extraños, los que fuimos siempre unos extranjeros, sabremos que por fin estamos rodeados de los nuestros, que no volveremos a estar solos. Mientras los demás duermen, caminaremos sin fin y, a la mañana siguiente, un viento fuerte soplará por todas las ciudades, en todos los campos. Y ya nada volverá a ser como era.

Cuando por milésima medianoche hayamos desesperado de que alguien así llegue jamás de parte alguna, llegará ella, el cabello flotando al viento y el ceño fruncido, la mano ya junto a la boca para gritar al oido de nuestras almas: Despertad.

(John Crowley)

La rentrée

La rentrée

Lugar: Segovia, calle Juan Bravo

Hace años, más de diez, cuando yo iba a al instituto a recibir las clases, en lugar de a impartirlas, septiembre era mi mes favorito. Las clases no empezaban hasta el final y era un mes robado de vacaciones. Los días de septiembre eran largos y de un dorado rojizo como el de un melocotón. Aún no había que volver al instituto, pero ya Granada no estaba vacía como en agosto, había vuelto a la vida y mis amigos habían regresado de sus veraneos eternos y uniformes. El olor de septiembre era un olor especial, como de yema tostada, y las campanas de la iglesia de Las Angustias sonaban en ese mes más fuerte que nunca. Me recuerdo tumbada en el césped, charlando, escuchando el sonido del rebotar de los balones de baloncesto en la pista circular de mi jardín, pensando que aquellos septiembres no se iban a terminar jamás.

Todavía hoy consigo robarle algunos días, algunos instantes, al mes de septiembre, a pesar de que el curso suele empezar ahora el día quince y, durante la primera semana, tengo que corregir esos exámenes a los que nunca me tuve que presentar. Esos momentos se han vuelto más preciosos y escasos que nunca, son el único retazo que me queda ya de aquellos interminables veintisiete días.

Gracias a A. L. por la foto

El Andén

El Andén

Lugar: Granada, calle Enriqueta Lozano 

Érase una bailarina que esperaba todos los días en una estación a que llegara el tren. Entre las tablas del andén vivía un escorpión que la observaba con gran obsesión. Una tarde, no pudiendo aguantar más la curiosidad, sacó valor para salir de su agujero y se dirigió a la bailarina:

            - Buenas tardes, bailarina, soy un escorpión y vivo en este andén, entre la tabla décimo sexta y décimo séptima, empezando por la derecha. Cada día te observo, sentada en el mismo banco, mirando pensativa las vías. Miro tus nudillos blancos al apretar tu falda cuando oyes que el tren se acerca. Veo cómo tu desesperación zigzaguea entre los pasajeros que suben y bajan, ansiando montar en el tren, mientras te quedas clavada en tu asiento. Y siento la humedad entre tu cara y tus manos cuando le ocultas a tus lágrimas el tren que se aleja. Dale descanso a este pobre arácnido y cuéntale por qué haces esto.

            - Nunca podría pensar que llamaría la atención de nadie, pero a ti, que me has acompañado con paciencia, te diré que en la ciudad me espera un escenario que me catapultará a la fama y que ese tren que veo pasar me llevaría hasta allí. Nada me impide tomarlo, pero cuando está frente a mí, el terror me paraliza y lo dejo marchar de nuevo.

            El escorpión chasqueó sus pinzas, entre la impotencia y la desesperación

            - Bailarina, eso que me cuentas es terrible. El tren se acerca y sólo tendrías que levantarte y dar unos pocos pasos. Además has de saber que en esta estación hay un escorpión que al menor descuido podría picarte. No puedes quedarte, no puedes. ¿Por qué no te vas, por qué?

            - No lo entiendes, escorpión – la bailarina lloraba – eres tú quien está aquí conmigo. Si me hablas así, si deseas que me marche, no perteneces a este andén como ya pertenezco yo. Tú deberías saberlo mejor que nadie, está en mi naturaleza.

            Y entre sollozos, golpeó al escorpión con su zapato de baile y lo arrojó a las vías por donde el tren pasaba.

Cerrado por vacaciones II

Cerrado por vacaciones II

Lugar: Granada, calle Párraga.

Ya se termina el curso, ya llegó por fin el verano. Este año nos vamos de viaje a Cuba, a recorrer la isla. Y, pensando en las vacaciones, he visto esta plantilla, que menciona una de nuestras ciudades favoritas.

Todo el mundo debería tener un top three, como mínimo, de ciudades. No vale incluir la propia ciudad, que está siempre presente, de alguna forma, porque todos nuestros recuerdos se pasean por ella. En mi caso, no mencionaré, por tanto, Granada. Ni Huelva.

El tercer lugar de la lista lo ocupa Berlín. Sí, Berlín. Parece increíble enamorarse de una ciudad que desdeña de esa forma a todos sus visitantes. Pero el año pasado me fascinó. Los berlineses viven el verano en la calle, como si, por unos meses, se sintiesen mediterráneos. Cenar en Berlín es como abrir un cofre lleno de maravillas entre las que es imposible decidirse. Y, desde luego, está la arquitectura: Berlín lleva la pesada carga de ser el símbolo del siglo veinte, pero nos demuestra que también sabe mirar al siglo veintiuno.

En el segundo puesto está Madrid. Y en la lista no está Barcelona. Ni París. Lo voy avisando para que nadie se asuste. Madrid es para mí la gran fiesta de la oferta. Una ciudad en la que no sólo hay de todo, sino en la que además yo sé donde buscarlo. Nunca me canso de ir a Madrid, de visitar las exposiciones, de recorrer las calles, de probar los restaurantes nuevos. Es una ciudad auténtica, real.

Londres es la que ocupa el primer lugar entre mis ciudades favoritas. Tengo razones sentimentales muy poderosas para sentirme atada a ella: allí conocí a Fran, allí hemos vuelto después en circunstancias muy diferentes. Pero no se trata sólo de eso. Londres se habría ganado aún así su puesto. Es una ciudad especial, llena de vida, acelerada, como a mí me gustan las ciudades. Me encantan sus mercados al aire libre, donde puedes encontrar, si buscas bien, casi cualquier cosa. Uno de los pocos lugares del mundo a los que sería capaz de ir todas las semanas, sin excepción, es la Tate Modern. Hay una sala dedicada a Rothko donde cualquiera sería feliz durante horas. Además, hay algo en Londres que me fascina: que puede ser la ciudada más bulliciosa pero también la más tranquila. Me refiero a zonas como Highgate o los barrios del centro en los que las calles están plagadas de casitas blancas con porches de columnas que sostienen una pequeña cúpula. Allí, parece que la ciudad no se reconoce a sí misma.

En mi próxima vida tendré una casa encalada de blanco en Queensway y, cuando el tiempo lo permita, saldré en el crepúsculo a tomar cerveza en una botella, a la puerta de mi casa, y me sentaré en las escaleras de la entrada, como todos mis vecinos.

Cualquier tiempo pasado...

Cualquier tiempo pasado...

Lugar: Granada, San Juan de Dios

"Un inglés, un francés y un español pretenden dormir en un hotel. La primera noche, llega el inglés pidiendo la habitación más barata que haya. El recepcionista le dice que está de suerte, puesto que hay una habitación en la que alojarse cuesta sólo cien pesetas. El problema es que en esa habitación está el fantasma de las bragas rotas. El inglés, un hombre valiente, decide asumir el riesgo. Cuando llega la noche, el inglés comienza a escuchar un sonido de arrastrar cadenas y una voz que le susurra: "soy el fantasma de las bragas rotasss...". Se asusta tanto que se arroja por la ventana y, al caer al suelo, se hace tortilla.

A la noche siguiente llega el francés al mismo hotel, pidiendo también una habitación barata, y acaba alojado en la misma habitación. En mitad de la noche, se despierta a causa de un ruido desagradable y una voz que le dice: soy el fantasma de las bragas rotasss... El francés, aterrorizado, se tira por la ventana en ese mismo instante y se hace tortilla.

Al día siguiente llega el español y duerme en la misma habitación. Por la noche, lo despierta el mismo ruido de cadenas y escucha: soy el fantasma de las bragas rotasss.., a lo que el español responde: ¡toma veinte duros y cómprate otras!."

Esto prueba que muchos de los viejos chistes eran malísimos, pero el que no se haya reído de pequeño con este chiste, que tire la primera piedra.

 

Gracias a Abdu por recordarnos el chiste y a A. L. por la foto.

 

Luna menguante

Luna menguante

Lugar: Granada, calle Escuela 

Se acabó. Me marcho. Aquí se quedarán mi casa y mis libros. Aquí dejaré mi ordenador, mis cuadernos y mi conejito azul de peluche. Nadie irá a dar clase a mis alumnos. Me marcharé sin haber hecho los exámenes de inglés y francés. No meteré las notas en el Séneca, ni me presentaré a las evaluaciones. No iré a la comida de fin de curso. Tampoco voy a volver a Granada.

Si alguien les pregunta, digan que me fui a ladrarle a la luna.

La Cara C

La Cara C

Lugar: Madrid, calle Zaragoza

Somos generaciones acostumbradas al cambio. Desde pequeños superamos distintos tránsitos, desde Caponata a Espinete, hasta los mundos de Yupi; del Coche Fantástico hasta el Halcón Callejero pasando por El Trueno Azul. La tecnología y sus evoluciones no tienen secretos para nosotros. Disfrutamos con el VHS y el Beta, pero dimos la bienvenida a la calidad del DVD (algunos pasando por el "laser disc"). Del tocadiscos al walkman y al discman. Hoy, parece que no hemos hecho otra cosa que bajar y transferir MP3. No hay problema, no importan los cambios que estén por venir, porque se trata de una noción que hemos asimilado y a los 80 años aprenderemos a usar los chismes más inimaginables.

Sin embargo, no por ello dejaremos de tener recuerdos. No se trata de nostalgia, porque ni de coña volvería a pasar por el sonido borroso y rozado de las cintas de casete. Pero dentro de esas carcasas de plástico quedó mucho más que unos 100 metros de banda plástica con ferrichrome. A medida que la música se iba gastando con el uso, cada audición dejaba grabado algún momento concreto de nuestra vida. Y, seguramente volverían a sonar si desempolvásemos esas montañas de cintas que se han quedado en algún cajón o estantería.

Seguro que todos hemos tenido alguna vez una primera cinta propia. No se trataba de la cinta prestada de algún hermano mayor o algún amigo, sino de una que compramos (o grabamos) porque nos gustaba a nosotros, porque la música que tenía dentro estaba allí por y para nosotros. La mía fue "Unplugged" de Eric Clapton. Era el verano de 1992 y la compré en el "Continente" del Zaidín, en Granada. Que te gustase una música propia había sido hasta entonces una cuestión de hermanas mayores, desde entonces me hizo compañía en muchas ocasiones.

En el verano de 1994 suspendí las Matemáticas para Septiembre. Desde mediados de Julio hasta mediados de Septiembre pasé los días en una pequeña casa rústica a 10 kilómetros de la ciudad de la que sólo salí un día. Estudiaba desde las 9:00 de la mañana hasta las 17:00, parando para comer y para ir al servicio. A partir de las de las 17:00 había de hacer pequeñas tareas rústicas como cortar leña o cargar piedras desde el solar de enfrente. Por las noches tenía mi walkman Sanyo y unas cintas de Otis Redding, Ray Charles y de los Beatles, herencia de los guateques setenteros de mis tíos. Me había procurado un cargamento de pilas que me torturaban conforme se iban gastando, haciendo que la música sonase como si se estuviese derritiendo. Apenas me duraron la primera semana y media. Un día mis padres salieron durante toda la tarde y no dudé en coger la bicicleta para ir a la cuidad y comprar un transformador de 3 voltios para enchufar el walkman a la red. Recorrí los 10 kilómetros de ida y los 10 de vuelta como un loco temiendo que mis padres volviesen antes de tiempo. En el camino de regreso, al atardecer, tuve una sensación de libertad y plenitud que sólo muchos años después pude superar. Esa noche y las siguientes pude escuchar la música de mis cintas con total tranquilidad y hasta usar la tecla de rebobinado en lugar del bolígrafo y la fuerza centrífuga. Se trataba sólo de hundir la cabeza en la almohada, fundir mi vida en negro, hacer desaparecer aquella casa y sus habitantes y dejar correr la cinta de un lado a otro.

Un pequeño paso para Draco...

Un pequeño paso para Draco...

Lugar: Huelva, Avenida Manuel Siurot (entre otros muchos lugares)

Hace unos días presentábamos a Jef Aèrosol , un artista evolucionado y con una larga carrera en esta plantación. El fenómeno de la plantilla asociada a él es el de un objeto de arte que se cuelga en un museo. En otros lugares, sin embargo, la plantilla es una gamberrada hecha por un adolescente. Hoy quiero presentar a Draco, tendrá en torno a 17 años y no lleva décadas plantando sus dibujos por diversas capitales del mundo. Pero la calavera que le sirve de señal, nació con el mismo germen creativo y la misma técnica que los retratos de Jef Aèrosol. Las diferencias son abismales y numerosas, sin embargo, de entre todas ellas me quedo con la mejor. Jef es un artista consagrado en un entorno que lo consagra. Draco es el primer artista en un entorno que está a años luz de entender lo que hace. El fuego nació por primera vez en cada uno de los lugares donde se encendió y nadie había oído hablar de él. Draco es el nuevo padre de la plantilla en una Huelva que apenas empieza a vislumbrar lo que es la cultura urbana.

Hasta ahora no hemos podido contactar con el autor de las plantillas que vamos exponiendo aquí. Pero la cercanía que posibilita este rincón del mundo nos ha permitido encontrar a Draco y agradecerle la oportunidad de contar con su punto de vista. Draco, levántate y habla:

 

Bueno... antes que nada, ya que no voy a hablar, sino a escribir, con vuestro permiso me quedaré sentado.

Ahí arriba me denominan como un artista y, entre otras cosas, padre de la plantilla en Huelva... En cuanto a lo de artista, ¿quién es la persona adecuada para adjudicar esa categoría? O simplemente, ¿existe esa persona? Yo no sé si soy un artista o no, ni tampoco si mi plantilla es la primera en Huelva o no. Yo no pondría la mano en el fuego. Pero en cuanto a por qué la hice... supongo que mis motivos no son tan profundos como los de otras personas, que crean plantillas de protesta, algunas con cierta ironía, otras sólo anuncian algo, y la típica que todos hemos visto alguna vez en nuestra vida, la que sí es la madre de todas las plantillas, esa que dice así..."PROHIBIDO FIJAR CARTELES". Todos estaremos de acuerdo en que no es la mejor, y dudo de que algún día este en un museo, pero hablamos de plantillas...

Los motivos que me animaron para hacer la plantilla fueron varios. Al principio buscaba una forma de "firmar", de que se sepa que he estado ahí, pero haciendo algo diferente, como es la plantilla. Y ahora debo dar las gracias a alguien que me animó a hacerla cuando para mí la plantilla sólo era una idea, y nunca me había planteado en serio hacerla. Esa persona es un amigo al que llaman Sime, uno de los que más firman en esta pequeña ciudad. Para los que no sepan a que me refiero cuando hablo de firmar, me refiero a pintar las paredes con tu seudónimo, y la plantilla para mí es una alternativa a esto. Poco a poco voy mejorando la forma y los materiales con las que fabrico mis plantillas, pero bueno, no espero que llegue el día de fundar un museo, sólo espero divertirme con lo que hago, divertirme con lo que me gusta...

Draco tiene su propio blog en http://www.esflog.com/dracoonis

I´m on a plain

I´m on a plain

Lugar: Granada, plaza Carretas

Volar no nos eleva. No nos aleja de la la tierra. Volar nos acerca a nuestros intestinos, no hay nada más cerca del suelo que nuestras tripas. Somos irracionales, tenemos miedo al miedo. Recordamos la sensación desagradable, espantosa, que produce el pánico. Imaginamos el peor momento, el de un avión que desciende sin freno, que cae, el estómago cerrado. Tememos tanto al dolor que hemos dejado de temer a la muerte.

 

"I´m on a plain/ I can´t complain.../ I love myself better than you/ I know it´s wrong, so what should I do?" (Nirvana)

 

Gracias a A.L por la foto

El arte que amansa los muros

El arte que amansa los muros

Lugar: París, Rue Père Teilhard de Chardin

Para el ideario popular, el fenómeno urbano de pintar en una pared es como un controvertido personaje público que en ciertos círculos será bien considerado y en otros será el ser más abominable. En un extremo considerarán que el uso de la pintura en una pared es, sin distinción alguna, un acto de vandalismo hacia la propiedad pública, en el otro, lo valorarán como una forma inequívoca de arte. En la mayoría de las ocasiones, estas consideraciones dependerán del tiempo que este personaje polémico y polifacético lleve paseándose por nuestras calles. En el caso de la Plantilla, hay ciudades en las que jamás se ha visto una y, si se intenta explicar de qué se trata a alguno de sus viandantes, el resultado es una representación mental de algo oscuro, bizarro y con cierto toque sectario. Zarpamos a bordo de este blog hace apenas tres meses, porque al andar por Granada y Sevilla comenzamos a fijarnos en esos mensajes hechos de cartón y pintura. No antes, sino entonces, se hicieron notar ante nuestros ojos en medio del inmenso museo de la calle. Era algo novedoso y con infinidad de posibilidades. Pero en otras ciudades, la plantilla lleva paseándose tanto tiempo por las calles que casi nadie allí duda de su categoría de arte. En estas ciudades ha evolucionado desde el rupestre hasta su vanguardia más depurada y sus autores firman con pseudónimos que figuran en exposiciones temporales de museos que exponen su obra y que dan título a monográficos disponibles en librerías especializadas. Ése es el caso de Jef Aérosol y las calles de París que le sirven de galería, que hoy empezamos a presentar aquí. Jef Aerosol es el pseudónimo de Jean - François Perroy y ha cultivado el arte de la plantilla desde 1982, dejando su huella por Chicago, Nueva York, Londres, Venecia y, por supuesto, París. Su tema principal es el retrato, en ocasiones de conocidos, en otras de anónimos y en otras de personas que sólo conocía él. Sus obras nos muestran personajes de tamaño natural, sentados en el suelo, caminando, apoyados en una esquina o en la jamba de una puerta, como si fuesen uno más en la pecera urbana. Usando el blanco, el negro y el gris, no sólo crea volumen, sino también esa expresividad que hace inconfundibles a aquellos que significaron algo en nuestras vidas o que nos hace cruzar la mirada con quienes podrían haberlo hecho. Hoy iniciamos aquí una pequeña muestra de este autor gracias al que podemos afirmar con algo más de rigor que la plantilla es arte, y si no, algo sobre lo que poder hacer un blog.

It's all so quiet...

It's all so quiet...

Lugar: Granada, Calle Don Simeón

¿Cuándo fue la última vez que hicisteis un soplo semejante? Que yo recuerde, fue en Bilbao, subiendo por una inmensa cuesta de Leioa. Y ese es el poder del diente de león. Podíamos estar en el climax de alguno de nuestros juegos infantiles o de paso hacia algún sitio, pero hubo un momento en el que no nos pudimos resistir a ver esparcirse por el aire esos pequeños paracaídas. ¿Para qué? Para nada. En nuestras vidas debería haber siempre un cupo de actividades que no sirviesen para nada y hacer en ellas islas de descanso y homenajes a lo efímero. A veces valen tanto que alguien decide recortarlo y pintarlo en una pared para recordarnos que incluso lo más pequeño cae en algún sitio.

Perdonado

Perdonado
Lugar: Granada, calle San Matías
En 1972 Marlon Brandon rechazó su oscar al mejor actor por su interpretación en "El Padrino", enviando en su lugar a una muchacha de origen indio para explicar que este desaire se debía al trato vejatorio que los de su raza recibían en el cine. Justo después subía al escenario un huraño Clint Eastwood que se disponía a hacer entrega de otro premio, no sin antes improvisar un hosco alegato por tantos y tantos buenos vaqueros que habían muerto por tantas y tantas flechas. Un año antes había hecho su aparición el inefable inspector Callahan, castigando al malvado y al criminal con 9 milímetros de plomo o la simple gravedad desde una azotea de 10 plantas, jucios sumariales para el deleite del espectador con corazón justiciero (Son los malos, ¿no? Así que, ¿qué mas da?). Ese es el Clint Eastwood al que hemos estado acostumbrados: el sucio, el fascista, el ultraconservador. Sin embargo, el mismo tipo duro es el director de una franca biografía de Charlie Parker, el director de la fábula sobre la última cacería del viejo y cansado William Munny, uno de los mayores criminales del salvaje oeste. Es el mismo que nos enseña en "Mystic River" hasta donde puede llegar tomarse la justicia por la propia mano (la de tu mejor amigo en este caso) y el que nos presenta la eutanasia como un gesto de humanidad y amor entrañable en "Million Dollar Baby". Ahora se introduce en el interior de Iwo Jima para mostrar una guerra en la que los héroes son títeres hechos de carne de cañón y, tanto la vileza como la angustia son medallas de ambos bandos. El jinete pálido resentido por la manifestación proindígena de Brandon nos da la lección de meternos en la piel tanto de uno como de otros sin caer en tópicos ni panfletadas, hasta el grado de ganarse al enemigo nipón que se conmueve y aplaude "Cartas desde Iwo Jima". Clint Eastwood es hoy, sobre todo, un cineasta gigante, un malo muy malo de pasado turbulento que hoy nos impresiona con un cine humano y progresista. Hay cosas en la vida de una persona que son imperdonables, William Munny lo sabía muy bien, pero si Clint Eastwood es un fascista y un republicano existe la redención.

Que quiero morir

Que quiero morir
Lugar: Granada. Albaycín.
Veneno:
1. Sustancia que, incorporada a un ser vivo en pequeñas cantidades, es capaz de producir graves alteraciones funcionales, e incluso la muerte.

2. Cosa nociva a la salud.

3. Cosa que puede causar un daño moral.

4. Afecto de ira, rencor u otro mal sentimiento.

La Real Academia de la Lengua lo tiene bien claro: el veneno es algo malo. Pero, posiblemente porque podrían matarnos, dañan nuestra moral o nos abocan a la pasión de la ira, hay venenos dulces que no podemos rechazar, eso que Rubby Pérez buscaba en los besos. ¿Cuál es vuestro veneno?